RESTAURANTE UMO aparece en Madrid en verano de 2018. Es presentado a bombo y platillo a foodies y gastrónomos madrileños. Ellos acuden a calmar sus ansias de novedades en la capital; hay hambre de contenido, y una gran apertura con vocación de ‘de moda’, es siempre golosa. A descubrir: un nuevo restaurante de cocina fusión japonesa en manos patrias.
Con el precedente de Carbón Negro, el mismo equipo empresarial vuelve a aventurarse en otro gran proyecto ambicioso. Son 400 m2 de restaurante, donde ofrecer una experiencia gastronómica con el envoltorio más cosmopolita. Cocina vista, parrilla japonesa y barra de cocktails incluidas. Al más estilo newyorkino, sin ser nosotros nada de eso.
UMO es un restaurante, pero también un after work; un place to be; un sitio donde ver y dejarse ver; una historia y un instante de Instagram. Pero como ocurría en Carbón Negro, aquí se esfuerzan de nuevo por cuidar la cocina. De hecho, aquí también hay fichajes gastro en los fogones. En este caso, Mariano Barrero y Hugo Muñoz, ambos con destacable experiencia en la cocina fusión japonesa. Muy buena señal que se intente casar la calidad con el mainstream gastro madrileño.
La Ostra frances es magnífica y es buenísimo el Tartar de Toro, con la reputada marca Balfegó detrás.
El Tartar de toro terminado en sala es fantástico y los Nigiris de foie y manzana son golosos hasta repetir.
El Tamago vago de camarones crujientes que homenajea la famosa tortilla de Sacha, divertido, inteligente y muy acertado.
Otros platos como los Nigiris de panceta y huevo, los Cogollitos con yuzu y alcaparras, las Gyozas de pintada y foie-gras o los postres probados, me saben a honestos intentos revisables.
Son altibajos que puliéndose a tiempo, podrían salvarlo de la temible pronta quema, y convertirlo en uno de esos lugares para comer con disfrute y posturear sin miedo.